Sin duda son una de las visiones más románticas de la etapa medieval.
Los ideales y valores caballerescos del honor, la valentía, el coraje y la entrega se ponían a prueba para demostrar quien era el más apto en el manejo de las armas.
Eran combates entre dos combatientes, a caballo y con lanza para demostrar su fuerza, valor y destreza e impresionar a alguna dama.
Estos eran luchados por nobles, los cuales estaban dedicados al completo ejercicio de las armas.
Las justas y los torneos no son lo mismo, ya que en las primeras se usaban armas reales en las cuales los participantes podían quedar heridos o muertos.
Tiene sus orígenes en las costumbres de la Grecia antigua en donde se celebraban las Olimpiadas.
Los pueblos del norte de Europa dejaban las decisiones de la justicia a la suerte obtenida en un combate. A esto se le llamó el juicio de Dios. En España los árabes introdujeron juegos de combate que se imitaron después en la Europa medieval cristiana.
Esta mezcla de costumbres dieron origen a las justas y torneos. Su ejercicio se generalizó por toda Europa y en todas las poblaciones de cierta importancia se celebraron. Normalmente se disponía de un espacio extramuros llamado tela. Los combates se publicitaban a todos los caballeros que quisieran acudir a medir su fuerza combativa.
El motivo de las justas según el espíritu caballeresco y cuyo lema era Dios, mi rey y mi dama, era demostrar las habilidades combativas. De manera indirecta servía para preparar a los hombres para el campo de batalla.
La popularización de estos combates hizo que se regularan y se emitieran reglas. Los reyes presidían con frecuencia estás justas, pero también había un cuerpo de jueces compuesto por nobles.
El premio final lo entregaban damas en calidad de "reina de la hermosura". Este consistía en una banda ricamente bordada en una prenda. El merito era haberse ganado con gallardía, valentía y esfuerzo.
Estás justas eran muy solemnes y muchas personas lo podían ver, pero se les impedía aplaudir o demostrar reprobación para evitar influir. Esto no siempre se aplicaba y los observadores se dividían en bandos.
Las armas que se usaban eran la lanza de madera y el escudo, además de la armadura del caballero.
La regla era que se debían romper tres lanzas con cada oponente. Si uno de los combatientes sacaba de la silla al otro, se daba por rota la lanza, aunque no se rompiera.
Al iniciar una justa se hacía un gran ceremonial lleno de música y pompa, que daba gran alegría y curiosidad a los espectadores.
Hubo algunos monarcas en la historia que murieron a causa de este tipo de combates, como Enrique II de Francia en el siglo XVI.
Fuente! Guerras y reinos.
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