1. “La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle.”
Independencia. María Montessori siempre defendió la independencia, la libertad de los niños. Para ella eran seres humanos individuales que, si bien necesitan la guía de padres y educadores, hay que dejarlos volar, vivir su vida a partir de sus inquietudes, a partir de sus intereses. Por tanto, cuanto mejor les conozcamos, mejor podremos acompañarles en su aprendizaje, sin olvidar su libertad.
2. “Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo”.
Sobreprotección. La línea que separa la guía de la sobreprotección puede resultar clave en el correcto desarrollo del niño. ¿Qué significa esto? Pues que padres y educadores tienen como mayor reto a la hora de educar el de no intervenir a no ser que sea estrictamente necesario. Como educadores hay que aprender a dar tiempo y espacio a los niños para que ganen en autonomía y en confianza, sin miedo al error y respetando su ritmo de aprendizaje.
3. “No me sigan a mí, sigan al niño”.
Observación. El buen educador no es aquel que enseña bien, sino aquel que, tras observar, sabe qué aprendizaje es el mejor para el niño. Porque si algo tenía claro María Montessori es que cada niño es único e irrepetible, es decir, cada niño tiene sus virtudes y sus defectos, talento, potencial e intereses. Y es el propio niño quien nos guía hacia él. Nosotros tan sólo debemos poner los medios para potenciar su crecimiento personal.
4. “Cuando un niño se siente seguro de sí mismo, deja de buscar aprobación en cada paso que da”.
Seguridad. No existe un sentimiento peor para un niño que el sentimiento de no sentirse seguro en aquello que hace. No saber si actúa correctamente genera miedo, inseguridad y angustia, además de mermar la confianza y la autoestima. De ahí que María Montessori insista en dar al niño la libertad de decidir, aunque en esa decisión esté presente el error. Así tendremos niños que crecerán en la responsabilidad.
5. “Siembra en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan. Los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y hacerlas florecer en su corazón.”
Consciencia. No saber para poder aprender. Partir de la inconsciencia para alcanzar la consciencia, el conocimiento. Como educadores hay una palabra clave en cualquier proceso de aprendizaje: el tiempo. Hay que aprender a ser pacientes, a respetar los ritmos de aprendizaje del niño.
6. “Esta es nuestra obligación hacia el niño: darle un rayo de luz y seguir nuestro camino.”
Guía. Los educadores debemos vernos como lo que somos, guías, acompañantes en el proceso de aprendizaje del niño. Para María Montessori ese era el deber más grande del educador y, a la vez, su reto más difícil.
7. “Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz.”
Cooperación. María Montessori fue una defensora de la paz y de los derechos del niño. Ella tenía claro que la paz procede de la educación de los hombres, como también tenía claro que esa paz sólo era alcanzable desde la solidaridad del uno hacia el otro. Precisamente, esa solidaridad es la que intentó transmitir al niño.
8. “Una prueba de lo acertado de la intervención educativa es la felicidad del niño.”
Felicidad. Para María Montessori la felicidad del niño era un deber. Y ella siempre tuvo claro que buena parte de la felicidad del niño radicaba en cómo se le enseñaba, cómo se le transmitían los conocimientos, de qué manera se le guiaba en su desarrollo personal.
9. “El niño, con su enorme potencial físico e intelectual, es un milagro frente a nosotros.”
Individualidad. Cada niño es un mundo, cada niño es un universo por descubrir, por explorar. Ese es el gran milagro que debe ser capaz de valorar cualquier educador.
10. “La mejor enseñanza es la que utiliza la menor cantidad de palabras necesarias para la tarea.”
Autonomía. Más observación y menos palabras. Estar para que el niño se sienta acompañado, pero dejándole un espacio para que desarrolle todo el potencial que lleva dentro. Porque para María Montessori también era posible educar desde el silencio.
Fuente:
Centro de Entrenamiento Montessori México.
Créditos de imágen a quien corresponda.
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